Paper #5

Espacio servidor, espacio servido

Por
Marta Peris
Habitatge i Ciutat. ETSAB
Image

 

Trasladar al contexto residencial los conceptos espacio servidor y espacio servido, acuñados por Louis I. Kahn, permite interpretar y abordar el proyecto de vivienda colectiva a través de la planta.

Mientras que el espacio servidor se suele asociar a todo el equipamiento de la casa, desde las circulaciones, pasos de instalaciones y  núcleos húmedos que la abastecen hasta los espacios de almacenaje que reúnen las herramientas de mantenimiento y los enseres personales de sus habitantes, el resto, el negativo, destinado tanto a la relación como a la intimidad, corresponde al espacio servido.

Sin embargo, tal diferenciación no se refiere exclusivamente al programa sino, sobre todo, a la estrategia. Previamente a la función, la estructura de la planta puede definirse desde pautas de ocupación de los espacios servidores o mediante procesos de vaciado del espacio servido. Por tanto, una cocina puede rellenar un espacio servidor y encerrarse en él o abrirse para vaciar el espacio servido y hacerlo permeable. El carácter de las piezas dependerá de su posición relativa y de su interacción con las otras partes de la vivienda.

Trataremos de analizar estos dos espacios complementarios desde su proporción, formalización y disposición en planta, a través de una serie de ejemplos que, más allá de su valor concreto, estructuran un discurso que no pretende catalogar sino observar cómo afecta la relación entre ambos conceptos al modo de habitar la casa.

Gigon Guyer
Planta concurso Brunnenhof, Gigon Guyer

En la planta proyectada para el concurso de Brunnenhof en Zúrich (2003), Annette Gigon y Mike Guyer proponen una organización de espacios servidores en banda central. Mientras que el ascensor queda absorbido por la franja servidora, la escalera se dispone paralela a fachada, ocupando la crujía de espacio servido para dar acceso a dos viviendas por rellano a través de loggias. Estas terrazas no solo trasladan el acceso al centro de la planta, sino que desdoblan la entrada. Por un lado, una puerta abre paso a un umbral distribuidor dotado de espacio de almacenaje, que interrumpe el pasillo que vertebra la batería de habitaciones. Se trata de un espacio intermedio que ilumina el centro de la casa y cobra un carácter ambivalente puesto que al comunicar cocina y habitaciones acorta distancias y alarga la casa percibida a través de dobles circulaciones. Por otro lado, una doble puerta suma terraza y cocina. El liviano límite entre escalera y terrazas extiende ejes visuales, capaces de atravesar una secuencia de espacios intermedios exteriores que incorporan visual y recíprocamente la terraza y la cocina vecinas.

brunnenhof
Brunnenhof, Gigon Guyer

Más allá aparece la sala de estar, que aprovecha su condición pasante para cruzar los doce metros de profundidad edificable y disfrutar de la doble orientación y de las vistas. Una galería en la fachada sureste se dilata frente a la sala para luego alargar el recorrido hasta la habitación principal. La terraza multiplica la red de circulaciones de la vivienda, evitando el carácter estanco de las estancias, y permite reseguir el largo y cambiante perímetro de la casa sin volver nunca hacia atrás.

En esta planta parece clave la colocación al tresbolillo de la terraza de acceso, la cocina y el distribuidor. No solo porque esta relación geométrica permite diagonalizar los espacios o eliminar pasillos superfluos, sino sobre todo porque facilita el doble acceso a la vivienda, que hace posible imaginar la convivencia con otras actividades (estudio o despacho), distintas a las propiamente domésticas, al garantizar circulaciones alternativas que eviten interferencias de usos.

Si en el caso anterior la cocina aún interceptaba la continuidad del perímetro de la planta, en el edificio de Barceloneta Gavá (1997), Lluís Nadal concentra todos los servicios en un núcleo exento, articulando las circulaciones a su alrededor, a través de la cocina; la doble circulación no implica, así, la duplicidad de recorridos, sino que ofrece una alternativa dotada de programa.

Conjunto Gavà-Barceloneta
Conjunto Gavà-Barceloneta

En este caso, el núcleo de comunicaciones absorbe los umbrales de entrada a las viviendas, provistos de espacio de almacenaje, y evita el acceso directo a la sala.

La aparición de un patio en el corazón de la planta permite la ventilación cruzada de la vivienda, fundamental en una tipología de cuatro viviendas por rellano de 15 m de profundidad, y, al ventilar, cocina y lavadero pueden alejarse de la piel del edificio, liberando a la fachada del tendido de la ropa. La presencia del patio también intensifica, mediante la luz, el recorrido a través de la planta para descubrir un lugar en el extremo opuesto a la sala que permite la segregación de funciones, de manera que el comedor puede incorporar otras actividades sin interferir con los usos de la sala de estar, incrementando la flexibilidad de la vivienda; flexibilidad que no debemos leer en la movilidad de los elementos sino en la ambigüedad de usos y multiplicidad de funciones.

Frente a la compactación máxima de núcleos, se invierte ahora la estrategia para llegar a una estructura plurinuclear basada en la atomización de servicios.

En el trabajo de Alison y Peter Smithson encontramos un referente, la Retirement House (1959), que a pesar de ser un proyecto de vivienda unifamiliar puede fácilmente trasladarse a un discurso de vivienda colectiva construyendo la siguiente situación: imaginemos que las fachadas opuestas, dos a dos, se transformaran en medianeras para adosarse a un núcleo vertical y constituir una agregación de dos por rellano. Entonces, todas las estancias recibirían iluminación y ventilación natural, y por tanto, la vivienda seguiría funcionando, y tal ejemplo es aplicable a la vivienda colectiva.

Retirement House, Alison Peter Smithson
Retirement House, Alison Peter Smithson

Más allá del programa, la esencia de la casa radica en la posición relativa entre los núcleos, así como en su relación con el perímetro contenedor. La diseminación de núcleos servidores combina dobles circulaciones en bucles de movimientos que permiten recorrer la planta y descubrir la casa de múltiples maneras. Mientras que en la planta anterior las habitaciones se leían como espacios estancos reservados a la intimidad, segregados entre sí por tabiques, aquí los tabiques dejan de ser elementos que compartimentan el espacio para replegarse sobre sí mismos cerrando cajas que organizan la casa. Estos núcleos se despegan de las paredes y flotan en el espacio doméstico, definiendo umbrales entre estancias que reemplazan puertas, siendo posible reseguir la totalidad del perímetro de la casa sin interrupción alguna. Cada estancia desdibuja sus límites al romper tres de sus esquinas, fomentando un continuum espacial que interrelaciona toda la vivienda, donde las piezas servidoras se acercan, sin tocarse, hasta la distancia mínima para discurrir entre ellas, y liberan las cuatro esquinas de la planta, reservadas al espacio servido.

El conjunto de núcleos define una envolvente virtual mayor, que tensiona el espacio servido respecto al perímetro contenedor. El desplazamiento del conjunto hacia una de las esquinas libera unas distancias y proporciones que sugieren distintos usos: el vestíbulo frente al acceso, el comedor junto a la cocina, la habitación entre el baño y el vestidor... La casa ya no es el resultado de la compartimentación geométrica del espacio en una serie de habitaciones con nombre sino de una concatenación de lugares donde una serie de relaciones espaciales de contigüidad y proximidad hacen posible la convivencia de distintas actividades entre sí.

Frente al planteamiento de A + P Smithson, en la planta de vivienda colectiva de Patrick Gmür para el complejo residencial James (2007) en Zurich-Albisrieden, uno de los núcleos se adhiere a la medianera; sin embargo, la introducción de la doble circulación a través del baño permite despegar dicho núcleo del perímetro.

Complejo residencial, James Patrick Gmür
Complejo residencial, James Patrick Gmür

El carácter exento de la cocina revela su posición neurálgica en la planta por la capacidad de articular el espacio vacío a su alrededor. Su presencia conecta a la vez que separa, genera dobles circulaciones tanto a través como alrededor de sí misma. La colocación alineada de ciertas puertas, así como la abertura de la cocina a la sala o la doble puerta de la estancia de enfrente, son mecanismos que favorecen la permeabilidad de la planta.

La aparición de una terraza en la esquina esponja el perímetro de la vivienda para acercarlo al núcleo-cocina, facilitando su ventilación. De la misma manera, en la esquina opuesta de la planta, una de las estancias desdobla la medianera para flanquear el núcleo de baños. Cuatro espacios claramente delimitados distribuidos al tresbolillo, minimizan pasillos concentrados en pequeños solapes que recogen el movimiento de las puertas. Tres umbrales tensionan el espacio servido capaz de fluir de fachada a fachada atravesando los veinte metros de profundidad.

En el proyecto de Peter Zumthor para una residencia de gente mayor (1992-1993) en Masans (Chur,  Suiza), los núcleos servidores se reagrupan en franja, manteniendo, sin embargo, cierta distancia entre ellos. Intersticios de instalaciones y puertas de acceso se adivinan en un segundo plano, liberando las esquinas de las cajas cuidadosamente desalineadas en un orden vertical que pauta el recorrido. Si la repetición de núcleos  enfatiza la profundidad visual, la presencia de las escaleras, sin renunciar a cierta transparencia, acorta y domestica la larga pasarela que sirve a once apartamentos por rellano.

Residencia de gente mayor, Peter Zumthor
Residencia de gente mayor, Peter Zumthor 

Los volúmenes de madera que alojan las cocinas, en su calidad de mueble, se despegan del techo y avanzan hacia la fachada, proyectando las ventanas hacia el exterior. Desde el interior, la ventana enmarca el paisaje, convirtiendo la pasarela en una fachada gruesa. Desde la pasarela, la ventana recorta escenas domésticas que revelan cierta complicidad entre lo colectivo y  lo privado.

Peter Zumthor
Residencia de gente mayor, Peter Zumthor 

Por el contrario, los núcleos de baños retroceden para ampliar los umbrales de entrada, de tal manera que cada repliegue de la planta se convierte en un rincón habitable donde el mobiliario de los ancianos, como pequeñas mesas, sillas, plantas, felpudos o mecedoras,  apostado entre cajas y recogido sobre la tarima de madera, encuentra su lugar, logrando un equilibrio entre el soporte definido por el arquitecto y el modo de habitar del usuario.

En el interior del apartamento estos sutiles retranqueos se convierten en exageradas desalineaciones que diferencian ámbitos. Un tercer volumen, la terraza, acaba de moldear el perímetro interior de la vivienda, donde la estratégica posición del armario, ligeramente desplazado respecto al centro de gravedad de la planta y claramente desalineado respecto al cerramiento de la terraza,  articula  a su alrededor el espacio servido en una concatenación de lugares: vestíbulo, habitación, terraza y sala, dinamizados por su organización en esvástica en un espacio fluido que conecta toda la casa.

Si, en el proyecto anterior, la franja de espacios servidores empezaba a revelar su potencial como fachada, en el caso de la torre de apartamentos Kanchanjunga (1970-1983) de Charles Correa, en Bombay, constituye un diafragma a través del cual la vivienda se relaciona con el exterior. Los núcleos pierden su carácter independiente para integrarse en un grosor de fachada que intercala galerías. La corona servidora absorbe también la estructura en un segundo anillo que envuelve el núcleo vertical central, donde se concentran las circulaciones del edificio. Cuatro tipologías desarrolladas en dúplex articulan un sistema vertical, trabado en sección, mediante un despliegue topográfico que enriquece tanto las relaciones visuales interiores de la vivienda como su relación con el paisaje, al tiempo que matiza en altura distintos lugares a lo largo de la planta.

Apartamentos Kanchanjunga, Charles Correa
Apartamentos Kanchanjunga, Charles Correa

El edificio se orienta este-oeste aprovechando las brisas preponderantes para favorecer la ventilación cruzada, imprescindible en un clima extremadamente caluroso y húmedo. Esta orientación coincide con las buenas vistas al puerto y al mar Arábigo. Sin embargo, el sol de tarde y las lluvias del monzón suroeste hacen que el edificio precise de un sistema de protección pasivo, lo que explica el grosor de fachada, que ofrece a las estancias dos líneas de defensa contra los elementos. 

Apartamentos Kanchanjunga, Charles Correa
Apartamentos Kanchanjunga, Charles Correa

La opacidad de las fachadas norte y sur contrasta con los huecos a doble altura que desmaterializan la esquina, a la vez que dotan al edificio de una doble escala. Tanto los  grandes huecos que actúan como patios horizontales sobre los que se vuelca la vivienda como las galerías que esponjan la franja servidora, proveen al edificio de espacios intermedios capaces de enmarcar las vistas y matizar el vértigo al que se expone el edificio en altura. Por otro lado, dicha opacidad permite leer ambas fachadas como medianeras, de manera que, a través de la yuxtaposición de la unidad de agregación de dos por rellano, se podría transformar la torre en un bloque lineal de veintiún metros de profundidad de viviendas pasantes.

Apartamentos Kanchanjunga, Charles Correa
Apartamentos Kanchanjunga, Charles Correa

Mientras que la agrupación de servicios en franja central o la atomización en núcleos implicaban la ocupación del corazón de la planta, en el edificio de Charles Correa el programa servidor se concentra en fachada liberando el centro. Con el mismo fin, en los años ochenta, Yves Lion desarrolló propuestas incluso más radicales que eliminaban la cámara higiénica, diseminando las piezas sanitarias en un despliegue lineal, “banda activa”, que colmataba el perímetro del edificio, llevando al límite el concepto de diafragma.

La radicalidad de las plantas japonesas se orienta hacia otra dirección, como se puede observar en las propuestas de Ryue Nishizawa, donde se sobredimensionan los espacios servidores hasta llegar a asumir otros usos. El concepto de servidor deja de corresponder a un espacio para condensarse en objetos, tanto electrodomésticos como sanitarios, dispersos por la vivienda. Así, los espacios servidores y servidos se funden para obtener el máximo aprovechamiento en viviendas de reducida superficie.

Funabashi
Esquema viviendas Funabashi

Frente a la opción de diseñar un espacio unitario de veinticinco metros cuadrados, R. Nishizawa propone descomponer la vivienda en tres espacios diferenciados. Esta estrategia permite, por un lado, llegar a aislar acústicamente actividades simultáneas y, por otro, no dominar con un único golpe de vista todo el espacio de la casa. La relación entre los espacios interiores se produce a través de grandes huecos, los cuales, o no presentan cerramiento o son puertas batientes de vidrio transparente y de gran formato. Estas puertas exceden las medidas estándar porque su función va más allá del cierre o la abertura; los espacios no solo se comunican sino que se suman, de manera telescópica, a través de puertas-ventana. Las estancias ya no se funden en un espacio fluido sino que se enmarcan unas a otras generando un espacio secuencial que no disuelve límites sino que potencia fronteras.  

Funabashi

Si hasta ahora el espacio servidor lograba vertebrar la planta, en los proyectos siguientes será el espacio servido el instrumento generador de ésta.

En la planta de Hansaviertel (1955-1957) de Alvar Aalto,  los espacios servidores se centrifugan al perímetro y se apoyan en las medianeras, de tal manera que su orden es menos evidente. Sin embargo, la tríada sala-comedor-galería adquiere una presencia reveladora al vaciar el centro y articular toda la planta a su alrededor. El vínculo entre los tres espacios no solo se basa en la relación geométrica que los diagonaliza dos a dos, sino en el tratamiento de los límites que los separan, pues la carpintería que media entre la terraza y el comedor se prolonga hacia el interior de la planta como una celosía de madera que completa el perímetro del comedor al tiempo que filtra las visuales respecto al estar. La intersección de ambos espacios potencia su interrelación sin renunciar a la autonomía propia de cada uno de ellos. Por otro lado, el cerramiento opaco y discontinuo que separa la habitación principal de la galería se extiende hasta ocultar las puertas de las habitaciones lindantes mediante unos machones que evitan su relación directa con la sala.

Hansaviertel
Planta Hansaviertel

Ambos cerramientos se adentran en la planta para abrazar el estar, construyendo el rincón donde gravitará el mobiliario. Dichos brazos actúan como guías, orientando los movimientos tangenciales en torno al centro. Imaginemos que desaparecieran. Por un lado, desde las circulaciones radiales, sería difícil de amueblar y estaría expuesto a incursiones directas. Por otro lado, la desalineación de la galería respecto a las puertas del comedor y la habitación generaría dos aristas, de manera que aquellos rincones cóncavos y habitables se transformarían en incómodas esquinas convexas.

Un paquete habitacional formado por tres estancias y un baño se pliega hasta alcanzar el umbral de entrada en una estructura concéntrica, condensando las circulaciones en un anillo que intensifica el recorrido al intercalar una galería exterior en la secuencia espacial. El carácter pasante de la cocina ofrece una alternativa que bifurca la doble circulación, multiplicando los circuitos de la casa. 

Hansaviertel Aalto
Vista interior Hansaviertel

Los pasillos, en otras plantas espacios exclusivamente servidores, se desdibujan en las articulaciones y se incorporan, visualmente, al espacio servido. El vacío central rompe así las esquinas por donde fuga el espacio, escondiendo sus límites para parecer mayor de lo que es.

En el edificio de viviendas de la Barceloneta (1951), la estrategia de José Antonio Coderch no es desdibujar los límites de ciertos espacios, como haría A. Aalto, sino moldearlos. No es ésta una cuestión formal sino conceptual. Mientras el espacio servidor trabajaba con el lleno y la ocupación de la planta, la materia del espacio servido es el vacío. Esta planta se esponja para dejar espacio a la mirada.  Haces visuales horadan el espacio doméstico logrando una permeabilidad capaz de sumar espacios. Sin embargo, también el negativo, el espacio servido, se conforma para encontrar distancias necesarias. Mientras lavaderos y cocinas se expanden en fachada para captar y conducir luz y aire al núcleo vertical, la franja servidora, compartida por las dos viviendas, se comprime en el descansillo de la escalera para volver a ensancharse frente a las puertas de acceso, donde confluyen los flujos comunitarios. El estrechamiento del ascensor permite desdoblar la medianera para integrar el baño y el armario de la habitación principal.

Planta Barceloneta
Planta Barceloneta

Todas estas contracciones y dilataciones de la planta podrían traducirse a una geometría ortogonal; sin embargo, la escasa superficie de la vivienda social acabaría compartimentando la casa en recintos estancos. En este caso, la geometría oblicua es más capaz de ajustar y compensar superficies, así como de ser más atenta a la superposición de la mirada a los movimientos del cuerpo. Desde la entrada, la pared que recoge el rellano penetra hacia el interior de la planta, orientando el acceso tangencial que desvía la mirada diagonalmente para buscar la fachada. El vacío se desliza entre planos, prolongándose más allá de la puerta de la vivienda para fundir lo privado y lo colectivo en un continuum espacial que fluye hacia la sala. La mirada acaricia, a izquierda y derecha, las paredes impregnadas de luz tangencial hasta alcanzar las vistas, que nunca se dominan globalmente sino que se descubren progresivamente a cada paso y tras cada pliegue de la planta. Un marco cambiante estimula la curiosidad y el recorrido del habitante.

 

Vista interior, BarcelonetaImagen 1

Paramentos enfrentados nunca alinean aristas que interceptarían el espacio fluido, sino que a cada inflexión convexa de la planta le corresponde un rincón cóncavo, un lugar. Aquel pliegue que ensancha la cocina en la entrada para absorber cruces de circulaciones, contrae el umbral de la sala hasta insinuar una diagonal que libera, a ambos lados, rincones habitables: el estar y el comedor. Mientras la galería se dilata hasta absorber las puertas que iluminan lateralmente la habitación central y la acercan a la fachada, las paredes enfrentadas retroceden para transformar un pasillo en distribuidor. Allí donde la galería en forma de huso se estrecha, la habitación principal se ensancha para acoger el mobiliario.

El entrelazado geométrico que desenfoca la espina central, trabando el espacio servidor y el servido, afecta hasta el último rincón de la planta, como si las trazas generatrices reverberaran hasta deformar la fachada, de manera que a cada contracción del espacio servidor le corresponde una dilatación del servido y viceversa.   

Igual que en el juego óptico la mirada decide ver la copa o la cara, la vivienda puede estructurarse desde el espacio servidor o desde el servido. Cuanto más reversible sea el proceso, cuanto más se recorra en las dos direcciones, más traba, más complicidad y más potencial encerrará la planta; tanto para leerla o interpretarla como para pensarla o habitarla.