Paper #3

Lluís Nadal. Variaciones sobre el habitar

Por
Marta Peris
Arquitectura COAM 358
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Se hace difícil elegir un único edificio que condense todo lo que representa la obra de Lluís Nadal. El mayor reconocimiento a su trabajo reside en la planta de vivienda colectiva, y es pues ineludible revisar algunos de los proyectos más significativos en este ámbito. Del conjunto de su prolífica trayectoria, que supera ya los cincuenta años de profesión, se han seleccionado ocho plantas que nos permiten asistir a un proceso proyectual que rastrea la unidad de su obra a través de las huellas que unos proyectos imprimen sobre otros. Vale la pena, pues, rebasar la década de los sesenta del contexto de esta publicación para revisar un recorrido no lineal pero sí ilustrativo de una búsqueda que desdibuja los límites entre proyectos. Más allá del programa, el contexto y las exigencias del cliente, la manera de proyectar de Nadal ofrece una serie de constantes sobre el modo de habitar que subliman en el concepto de confort. Un término habitual en el territorio de lo doméstico pero al que veremos que Nadal otorga una particular interpretación. 

 

Nos deslizaremos entre las plantas a través de la relación entre espacios servidores y servidos, conceptos que nos remiten a Louis Kahn, uno de sus referentes más admirados. Sin embargo, tal diferenciación no se refiere exclusivamente al programa, sino sobre todo a la estrategia. Previamente a la función, la estructura de la planta puede definirse desde pautas de ocupación de los espacios servidores o mediante procesos de vaciado del espacio servido. Por consiguiente, una cocina puede rellenar un espacio servidor y encerrarse en él, o abrirse para vaciar el espacio servido y hacerlo permeable. El carácter de las piezas dependerá de su posición relativa y de su interacción con las otras partes de la vivienda. 

 

Aunque el análisis se centrará en la unidad y la manera de habitar, el sistema de agregación será determinante, en cuanto que es clave al condicionar el punto de acceso a la vivienda, especialmente en las parcelas del denso tejido urbano del ensanche barcelonés con mucha profundidad edificable. Por lo tanto, más que comparar las plantas, difícilmente equiparables ante la disparidad de tipos de agregación, se trata de abstraer mecanismos recurrentes como la eliminación o reducción de pasillos, la articulación de dobles circulaciones, la diagonalización de espacios, la permeabilidad visual, entre otros. 
También se han seleccionado proyectos que registran pasos intermedios, procesos de evolución de las plantas hasta fijar el resultado final. Dudas que refuerzan el posicionamiento del arquitecto, si bien cada uno de los caminos emprendidos, aunque finalmente fueran descartados, imprimieron huellas imborrables de esa búsqueda constante.
Debo insistir en que no se trata de un proceso lineal y que, al no ser cronológico, es más bien fruto del que mira que de quien trazó y recorrió el camino. Sin embargo, ni este dato resta mérito al ilustre arquitecto, ni invalida la lectura de quien intenta hacer visible lo invisible, una búsqueda que va más allá de las condiciones y oportunidades concretas para imaginar la casa de su tiempo. 

 

En el proyecto de la calle Balmes, el primero de vivienda colectiva que construye Nadal, la agregación corresponde a dos viviendas por rellano de unos 30 metros de profundidad y unos ocho metros de crujía entre medianeras. Las viviendas tienen una fachada principal, a calle o a interior de manzana, y ventilan a través de dos patios, propios del tejido urbano del Ensanche. Por tanto, la tipología alcanza alrededor de 13 metros de profundidad, todo un hándicap, pues se accede por un extremo de la casa, mientras que, por ejemplo, en un bloque de dos viviendas por rellano de la misma profundidad suele accederse por el centro de gravedad. 

 

Desde la entrada, la planta se va desplegando telescópicamente concatenando una serie de espacios: el vestíbulo, el comedor y la sala, que culmina en la terraza. Los espacios servidores se pegan a las medianeras liberando el centro y escindiendo la clásica distinción de zona de día y de noche. Junto a la cocina que ventila al patio, aparece el comedor que, al concentrar el uso en el centro, permite absorber todas las circulaciones alrededor de la mesa. Así, esta pieza funciona como un distribuidor. Largos ejes visuales atraviesan la planta al alinearse las puertas, de la misma manera que aparecen diagonales que descubren fugas en escorzo. Una segunda puerta en la habitación principal, que conecta con la sala, ofrece una doble circulación a la vez que amplía la visión diagonal y la percepción de confort visual en el habitante.

14 viviendas en la calle Balmes. Barcelona, 1959
14 viviendas en la calle Balmes. Barcelona, 1959


La pieza más sensible es el vestíbulo, pues su dimensión va ligada al desarrollo lineal de la cocina y, por lo tanto, condiciona la dimensión del banco de trabajo. Por otro lado, condiciona también la dimensión de la habitación hasta recoger la puerta que conecta con el distribuidor de las habitaciones para que dicha puerta no invada el ámbito del estar-comedor. La generosa dimensión del vestíbulo tiene que ver con el uso de recibidor que de él se hacía hace sesenta años, la rutina diaria o semanal traía visitas a casa para abastecer de leche, carbón, vino, etc., por consiguiente, este espacio es un ámbito de carga y descarga de escala doméstica. Por otro lado, debe absorber el desdoblamiento de las circulaciones familiares o nobles separándolas de las de servicio.


Otra pieza ya anacrónica es la chimenea que aparece en todas las viviendas burguesas y que tiene la doble función de calentar y de reunir a su alrededor el círculo familiar, jugando así un papel aglutinador de vida. En la cocina, el trazado del banco de trabajo diferencia dos ámbitos: el destinado a cocinar y el office donde se emplata y se presenta la comida y, por lo tanto, donde se almacena la vajilla. Cabe señalar el doble acceso que segrega la circulación principal de la del montacargas. Este comunica con la galería lavadero que bordea el patio hasta acceder a la pequeña habitación de servicio, situada más allá de la cocina, pegada a la medianera, lo más lejos posible de la intimidad familiar. La cocina es pues una pieza separadora que genera, más que dobles circulaciones, circulaciones alternativas que evitan los cruces entre los integrantes de la familia y el personal de servicio. 
Si bien esta planta responde y afronta el modo de habitar de la burguesía de los años cincuenta, cabe destacar que cuando Nadal se enfrenta a ciertas condiciones como la profundidad de la parcela, ligada al acceso por el extremo de la planta, es cuando se abren paso ciertas estrategias y caen prejuicios habituales de la época, como la distinción entre zona de día y de noche. Se deduce, pues, que es precisamente ante ciertos parámetros llevados al límite cuando aparecen mecanismos que dotan de identidad a la manera de hacer de Nadal y, me atrevería a decir, que son el embrión de algunos cambios en las tipologías de la época.

Conjunto Roselló-Sicília
Conjunto Roselló-Sicília


 
En la planta de Rosselló-Sicília (1974), la estructura del espacio servido guarda cierto parentesco con la de Balmes. En este caso, el vacío se desliza entre una secuencia de planos, prolongándose más allá de la puerta de la vivienda para fundir lo privado y lo colectivo en un continuum espacial que culmina en la fachada y las vistas. En esta planta el vacío central diluye la zonificación de la casa, de manera que se segrega la zona de noche en dos paquetes habitacionales, dotados cada uno de ellos de dos estancias, baño y distribuidor. Se trata de unidades habitacionales, cuya estructura recuerda a la dispuesta en el edificio de la Barceloneta por Coderch, su segundo mentor. Ambas unidades rotan en torno al vacío central para orientarse buscando la luz: una hacia la fachada y otra hacia el patio de iluminación, que evita el enfrentamiento directo al pasillo. Esta disposición fragmenta las circulaciones y elimina pasillos en una casa de 14 metros de profundidad. Las circulaciones se condensan en el núcleo distribuidor, pieza que por su proximidad a la cocina aloja el comedor; el único uso que funciona bien exento pues concentra el habitar alrededor de la mesa, lejos de las paredes, sin interferir con las circulaciones. La posición neurálgica de este espacio garantiza el alto grado de permeabilidad de la planta. Función parecida adquiere la tribuna que no solo genera dobles circulaciones, sino que rompe la esquina de la sala por donde fuga el espacio.
Mientras el espacio servido y las unidades habitacionales tienen una presencia vertebradora en la planta, el espacio restante corresponde a la cocina, relegada entre paredes al final de la planta, rescatando luz y ventilación del patio.

Viviendas Roselló Sicília
Viviendas Roselló Sicília (Izquierda). Viviendas Premià de Mar (derecha)

En la planta de Premià de Mar (1971), una primera decisión de proyecto de relegar la cocina al confín de la casa, permite descubrir luz y vistas desde el vestíbulo. Tras este contacto visual con el exterior, el habitante se desplaza por la planta atravesando una secuencia de espacios dispuestos al tresbolillo, diagonalizados entre sí, que se adentran hasta el corazón de la casa. También en este proyecto un vacío central absorbe parte de las circulaciones, minimizando pasillos como haría Aalto, otro de sus maestros, en Hansaviertel. En torno al mismo, se centrifugan hacia el perímetro tanto las habitaciones como los espacios servidores, y se articulan dobles circulaciones. Si aún es reconocible la zonificación entre noche y día, la mirada es capaz de diluirla al gozar de largas visuales que horadan el espacio doméstico de fachada a fachada, hasta incluso incorporar la terraza, enriqueciendo la secuencia espacial que barre los casi 12 metros de la profundidad de la planta pasante. Mientras largas visuales acompañan al cuerpo en los circuitos domésticos, otras se recortan, deteniéndose en cada repliegue de la planta, descubriendo puertas que prometen estancias o esquinas que anclan el habitar en lugares de reposo. Es fácil intuir la posición del sofá recogido sobre la esquina y la huella del cuerpo sobre el mismo, buscando las pequeñas ventanas que a modo de grietas verticales enmarcan el paisaje. Si la mirada se proyecta hacia el exterior, la luz entra cautelosa y se va disipando hacia el interior de la planta estableciendo unos gradientes lumínicos que inundan de matices la profundidad de la casa.

Conjunto Premià de Mar
Conjunto Premià de Mar

Cuando la parcela cuenta con la misma profundidad, 12 metros, y goza de más perímetro de fachada, como la tipología desarrollada en Pallejà (1997), los baños que se apoyaban en las medianeras en el proyecto anterior saltan a ocupar el centro de gravedad de la planta; y la cocina, en lugar de ser un espacio estanco, se transforma en una pieza pasante que se incorpora a los recorridos de la casa. La sala comedor ya no se desarrolla en profundidad, sino que se dispone paralela a fachada y es el volumen de la terraza el que, al replegar la fachada hacia el interior, sugiere el ámbito del comedor junto a la cocina. Desde el vestíbulo de entrada, la mirada no domina la totalidad del espacio, sino que se escapa por la esquina del comedor, que mediante una gran puerta corredera conecta con la cocina. Se introduce así el factor sorpresa que estimula la curiosidad por recorrer el espacio. Esta ambigüedad de los límites sugiere al habitante la percepción de un ámbito mayor que rebasa las dimensiones objetivas del espacio. De manera similar, se incorpora el vestíbulo a esta secuencia de espacios. Dos esquinas rotas por las circulaciones tienden un paso diagonal que separa los lugares habitables de la estancia donde podemos imaginar que gravitarán los usos.

Tipología Pallejà
Tipología Pallejà


En las viviendas de Lepanto (1968), la planta de 27,5 metros de profundidad se organiza en bandas. La banda central está ocupada por los patios de luces y los núcleos verticales que dan acceso a cuatro viviendas por rellano. Dos franjas de habitaciones flanquean los patios, a los que no asoma ninguna pieza de servicio. Los espacios servidores se concentran en la banda central de la vivienda, si bien la cocina permanece en fachada como en las dos propuestas anteriores. Lo que más atrae de esta planta es que la estructura refuerza la lectura de franjas, especialmente la de servicios que construye núcleos rígidos en forma de U y L. También la fachada actúa como un diafragma profundo, pautado por la estructura, que incluye el lavadero y los armarios de la habitación principal.

32 viviendas en la calle Lepanto
32 viviendas en la calle Lepanto

Cabe destacar que, a pesar de tratarse de una vivienda de cuatro habitaciones, hay un esfuerzo por reducir al mínimo los pasillos de circulación. Aparecen en su lugar distribuidores que actúan como umbrales donde se concentran las puertas. Dentro de la barra servidora distinguimos un baño que ocupa el centro de la planta y genera dobles circulaciones alrededor. No es la primera vez que aparece un núcleo exento en la obra de Nadal, de hecho en las viviendas de Tarragona (1967) este mecanismo aparece por vez primera. Sin embargo, la presencia y la disposición de las puertas ofrecen una lectura muy compartimentada de la planta, en la que el baño no se lee aún como núcleo exento, sino que está claramente integrado en la franja servidora. La ocupación del centro con el baño genera circulaciones bien articuladas, pero segregadas respecto a la sala, que ya no actúa de distribuidor. Se trata de una planta claramente compartimentada pero menos zonificada, pues el doble acceso a la sala, desde el vestíbulo de la entrada y desde el distribuidor de habitaciones, rompe la clara zonificación de día y de noche tan arraigada en la época. 

Conjunto viviendas Lepanto
Conjunto viviendas Lepanto

En los estudios previos de Martorelles (2004), tres variaciones evidencian el proceso de proyecto. Mientras en una primera opción los servicios aparecen engrosando las medianeras, en las siguientes el baño se exenta para articular toda la planta a su alrededor, desprendiéndose de los tabiques anexos que distorsionaban la claridad del núcleo en la planta de Pallejà. Este núcleo se desplaza del centro de gravedad de la planta para ajustar las medidas habitables de los espacios lindantes. Un último paso rompe una de las máximas del arquitecto que consiste en alejar la cocina del vestíbulo, como venimos viendo en proyectos anteriores. Al optar por acercar el núcleo hacia la entrada evita el acceso directo a la vivienda, sin definir propiamente un vestíbulo de entrada. En la segunda variante este acceso directo era inevitable sin recursos adicionales de mobiliario que matizaran dicha relación. Así, la versión final  reduce elementos despojándose de lo superfluo.

Tipología Martorelles. Proceso de Proyecto
Tipología Martorelles. Proceso de Proyecto

Tampoco es casual que en la última propuesta se contemple la posibilidad de eliminar los tabiques que compartimentan las habitaciones para ofrecer la adaptabilidad en el tiempo de la casa hacia un espacio articulado tan solo con dos elementos: la caja del baño y la terraza. Incluso la nevera queda absorbida dentro del volumen del baño, pues es un elemento que distorsiona la continuidad del banco de cocina. También la ruidosa lavadora se encierra en el núcleo sanitario y se reserva un armario ventilado en la terraza, destinado al tendido de la ropa, logrando eliminar el lavadero de la fachada. Cabe señalar que, mientras en la primera versión la sala absorbía cinco puertas o conexiones con otras piezas de la vivienda, en la última versión tan solo cuenta con tres. Disminuye así el número de interferencias, sin renunciar a visuales diagonales que agrandan el espacio percibido y el confort visual. 

Conjunto Martorelles
Conjunto Martorelles


Si en Martorelles la cocina aún quedaba anclada al perímetro de la planta, en el edificio Barceloneta Gavà (1997) Nadal aglutina todos los servicios, baños y cocina, en el núcleo exento. La doble circulación no implica así la duplicidad de recorridos, sino que ofrece una alternativa dotada de programa. 
En este caso, a diferencia del anterior, la cocina puede alejarse del acceso porque el núcleo de comunicaciones absorbe un umbral de entrada, provisto de almacenaje, que actúa como filtro entre lo colectivo y lo privado, evitando así el acceso directo a la sala.

Conjunto Gavà-Barceloneta
Conjunto Gavà-Barceloneta


La disposición de un patio en la medianera permite, por un lado, la ventilación cruzada, fundamental en una tipología de cuatro viviendas por rellano de 15 metros de profundidad, y la iluminación de la zona más oscura de la vivienda. Por otro lado, el patio genera un lugar en el extremo opuesto de la planta que permite la segregación de funciones del espacio servido, de manera que el comedor puede incorporar otras actividades sin interferir con los usos de la sala de estar. La cocina deja de ocupar parte de la fachada para volver a vincularse al patio. Pero en esta ocasión deja de funcionar como un cul- de- sac, un espacio estanco y secundario, como sucedía en Lepanto, para integrarse y reforzar el núcleo servidor. El comedor polariza los recorridos de la planta en torno al núcleo, de manera que Nadal activa y transforma un pasillo en una cocina pasante. El reto de esta planta consiste en girar el funcionamiento de la planta y en lugar de resolver una tipología de 7,5 metros de crujía, desarrollar la casa en profundidad, alcanzando los 12,8 metros que distan entre medianeras. Nadal alarga la casa, agranda el espacio percibido, mediante una doble circulación que incorpora el patio al espacio servido, en vez de leerse como un espacio exclusivamente servidor para el tendido de la ropa. 

 

La estructura de forjados y pilares de hormigón armado, supeditada a la necesidad de aparcamiento en el subsuelo, se concentra en el perímetro de la vivienda, en la fachada, en las medianeras y en los núcleos servidores; es decir, se asocia al soporte fijo de la vivienda para permitir la planta descompartimentada que en los dibujos de Nadal siempre aparece como posibilidad. Se hace así evidente la gran capacidad del núcleo exento como generador de un soporte habitable y adaptable en el tiempo. 

Conjunto Sant Martí, Gavà
Conjunto Sant Martí, Gavà

Si hasta ahora la planta ha evolucionado hacia la compactación de los espacios servidores en un único núcleo exento, en Sant Martí, Gavà (1995), la estrategia se invierte optando por fragmentarlos. Más allá del programa, la esencia de la casa radica en la posición relativa entre el núcleo de baño y la barra de cocina, así como su relación con el perímetro contenedor. La diseminación de núcleos servidores provoca dobles circulaciones en bucles de movimientos que permiten recorrer la planta y descubrir la casa de múltiples maneras. En el proyecto anterior, Barceloneta Gavà, las habitaciones se leían como una zona compartimentada de la planta, formada por espacios estancos, reservados a la intimidad y segregados del espacio servido por una única puerta. En este caso, las habitaciones comunicantes tangentes al baño se conectan por grandes puertas correderas. Se incorporan de esta manera a la secuencia espacial, que arranca desde la sala y articula el espacio vacío, el espacio servido, en torno al núcleo. 


Los núcleos se despegan de las paredes para flotar en el espacio doméstico siendo posible reseguir la totalidad del perímetro de la casa, pues la tabiquería se ha ido eliminando a lo largo del proceso de depuración de la planta de la trayectoria de Nadal. Dicha envolvente incorpora luz en el corazón de la casa gracias al desdoblamiento del edificio en un doble bloque de 21,6 metros de profundidad. La presencia del patio ofrece diferentes gradientes de luz, capaces de construir múltiples situaciones que garanticen el confort del habitante a lo largo de la planta; una idea de confort que superpone cuerpo, mirada y espacio, logrando atributos de comodidad, eficiencia, serenidad, placer, domesticidad e intimidad. Un concepto difícil de explicar, imposible de medir, pero objetivamente presente en las viviendas de Nadal.

Tipología Sant Martí, Gavà  ​
Tipología Sant Martí, Gavà  ​

En los bocetos de versiones anteriores vemos desde el principio que la fachada se repliega hacia el interior de la planta. Este mecanismo permite ganar perímetro de piel para iluminar y ventilar, de manera que al disponer la habitación en profundidad se eliminan las áreas oscuras de la casa. En este proceso, tanto la tipología como la agregación mejoran a partir de la decisión de eliminar los patios de ventilación para introducir un patio lineal central que desdobla el bloque en dos. Dicho patio absorbe los núcleos verticales que ya no quedan embutidos entre tipologías, sino alojados en el vacío intersticial del doble bloque. La envolvente curva de la escalera y las rendijas de luz, que desligan y dan autonomía al núcleo vertical respecto a las fachadas del patio, dan cuenta de la prioridad que Nadal concede al vacío en este proyecto. La piel del patio no pliega en las esquinas al llegar a la escalera, sino que el espacio vacío fuga por las esquinas rehundidas en forma de grietas de luz. Así, el ojo del observador es capaz de imaginar y reconstruir el perímetro continuo de la piel del patio hasta alcanzar el testero. Especialmente en este proyecto, como en ningún otro, el vacío tiene un papel activo como instrumento de proyecto. En este proyecto, las dos estrategias de generación de la planta que han ido construyendo el discurso se solapan con la misma intensidad. ¿Cómo empieza este proyecto ? ¿Definiendo cuidadosamente la posición relativa de los núcleos servidores, encontrando la distancia justa y necesaria entre la cocina lineal, el baño y la terraza, o esculpiendo el vacío comunicante que desde el repliegue de la fachada articula el espacio servido hasta alcanzar el patio? Cabe preguntarse si es precisamente la reversibilidad de la estrategia de proyecto, el hecho de recorrer este proceso de generación de la planta en las dos direcciones, la clave de la brillantez de esta propuesta. 

Tipología Sant Martí, Gavà
Tipología Sant Martí, Gavà

De esta mirada en perspectiva de la trayectoria de Lluís Nadal se deduce también el cambio en la manera de entender y proyectar la cocina: de un espacio servidor confinado a un espacio que se va abriendo e incorporando progresivamente al espacio servido, siempre de manera discreta, no directa. Me atrevería a decir que es una de las claves de este proceso de evolución y depuración de las plantas de Nadal, que a lo largo de cincuenta años discurre en paralelo y, por lo tanto, atestigua los cambios en el modo de habitar, en los que la cocina es quizá la pieza más sensible de la casa. Así, no podemos sino reconocer que la obra de Nadal, consciente o inconscientemente, nos remite a la casa inclusiva que hoy demandamos. La apertura progresiva de la cocina es el primer paso para diluir los roles de género que durante tanto tiempo han condicionado la vida de la mujer y han estrangulado la creatividad en la vivienda colectiva. Cabe señalar que estos cambios no se gestan en la vivienda burguesa, sino en el seno de la vivienda social, sobre el que Nadal ha impreso una huella indiscutible.