Superilla de les Corts

Barcelona
2018

Dentro del contexto de la superilla de Les Corts, el estado previo a la intervención constaba de una calle de siete metros de calzada con un carril de circulación y uno de aparcamiento que segregaba y obstaculizaba la relación entre el centro cívico Joan Oliver y una pequeña plaza generada en el chaflán de la manzana. La fachada norte del equipamiento negaba también su relación con el espacio público mediante un muro ciego de hormigón en planta baja.

La propuesta pretende transformar la calle Contxita Supervia en un eje de encuentro que integra equipamiento y espacio público mediante dos estrategias de actuación. Por un lado, la creació d’una plataforma única con prioridad invertida capaz de leerse como un único espacio que prioriza el confort del peatón. Sobre dicha plataforma se traza un eje sinuoso que mantiene el arbolado preexistente en buen estado e incrementa la plantación vegetal  mediante unas dunas que articulan los espacios de estancia y los recorridos peatonales, respetando a la vez el acceso rodado a los aparcamientos existentes de los vecinos. La suave topografía de las dunas recorta visuales que cambian la percepción de la caja de calle, transformando la larga perspectiva longitudinal y rectilínea en una secuencia de escenas protagonizadas por la vegetación y el mobiliario urbano. Farolas como árboles rompen las antiguas alineaciones de luminarias, acompañando la secuencia de lugares. El eje culmina en un espacio de reunión, una ágora, situado delante del centre cívic, donde se concentra la segunda estrategia de actuación: abrir la fachada norte del  equipamiento para mirar hacia la nueva plaza, donde se podrán celebrar eventos promovidos por el centro, estableciendo sinergias entre el equipamiento y su entorno, promoviendo cierto control social sobre el espacio público. El trazado cóncavo del parterre vegetal actúa como soporte al sugerir la potencial ubicación de un escenario efímero, y la disposición del público en torno del mismo.

Para enfatizar la nueva relación entre el centro cívico y el espacio público se derriba el muro ciego de planta baja y se proyecta una nueva fachada que consiste en una celosía de acero como filtro capaz de ofrecer la conexión visual  sin renunciar a la anti-intrusión. El diseño de la celosía de redondos macizos de 2 centímetros de diámetro trabaja por geometría, de manera que resuelve la resistencia y el pandeo de 4 metros de altura, sin necesidad de subestructura. Se trata de un tamiz neutro que actúa como telón de fondo de actos escénicos, usos culturales, encuentros asamblearios y fiestas populares, en una zona de la super-illa que destaca la ausencia de espacios de encuentro urbano. Si durante el día, la vida de la calle inunda el interior del equipamiento. Al anochecer, la iluminación y la actividad del centro cívico  adquiere especial protagonismo, transformando el paisaje urbano. Esta reversibilidad de situaciones favorece el control social del espacio público.